El tiempo litúrgico de la Cuaresma provoca una atmósfera propicia para la oración, el ayuno y la limosna, tres prácticas que mueven a poner la atención en Dios, en el propio interior y en el prójimo.
La vivencia de la Cuaresma va obligadamente acompañada de las prácticas cuaresmales, la limosna, el ayuno y la oración, tres prácticas que aunque todo cristiano debiese observar siempre, es en el tiempo de Cuaresma cuando no pueden dejar de concretarse por ser un tiempo de preparación para el acontecimiento salvífico que Cristo nos trae, pues la oración nos comunica con Dios, el ayuno nos hace ver hacia nosotros mismos y la limosna nos relaciona con el prójimo.
Con el Miércoles de Ceniza da inicio la Cuaresma, un tiempo en el que hemos de desear, buscar y obtener la Conversión a fin de llegar más allá de donde ahora nos encontramos, pues Dios mismo así lo quiere: “Arrepiéntanse, pues, conviértanse, para que sus pecados sean borrados” (Hch 3,19) porque Dios no desea la muerte del pecador, sino su conversión: “Yo no me complazco en la muerte del malvado, sino en que el malvado cambie de conducta y viva. Conviértanse, conviértanse de su mala conducta y vivan” (Ez 33,11).
Conviene tener precaución al considerar que la humanidad de hoy es mejor que la de ayer. En efecto, cometemos un error al atribuir al ser humano los mismos criterios de medición que aplicamos para la ciencia o la tecnología, pues quedamos engañados considerando que ahora somos mejores personas que las que vivieron hace mil o dos mil años.
E n lo que se ha traducido como una flagrante violación a los derechos humanos, particularmente a la Libertad Religiosa, a inicios del siglo XX el pueblo mexicano sufrió una cruenta persecución por parte de su gobierno, si razón ni motivo algunos, solamente por odio a la fe en Jesucristo y en rechazo a las ancestrales raíces cristianas de México.
El Romano Pontífice nunca podría incurrir en herejía en virtud de ser el sucesor de Pedro, pues a su persona se extiende el deseo de Jesucristo: “Yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hallas vuelto, confirma a tus hermanos” (Lc 22,32). A este deseo del Señor se ha sumado la constitución dogmática Pastor Aeternus del Concilio Vaticano I, de 1870, en la que se estableció el dogma de la Infalibilidad papal.
El santo Padre san Juan de la Cruz, en sus Dichos de Luz y Amor aconseja acudir a Dios tanto en los tiempos de bonanza como en los de dificultades, y así, enseña: “En los gozos y gustos acude luego a Dios con temor y verdad, y no serás engañado ni envuelto en vanidad” y “En la tribulación acude luego a Dios confiadamente, y serás esforzado, y alumbrado, y enseñado”, dos sabios consejos de los que hemos de aprender que nuestras crisis son aprovechadas por Dios para fortalecer, iluminar y enseñar a quienes en Él confiamos.
Desde hace medio siglo, cada primer día del año se celebra la Jornada Mundial de la Paz, a iniciativa de la Santa Sede, con el propósito de mover la atención hacia las acciones que la humanidad habrá de emprender para prevenir guerras y promover la paz en el mundo. Para el año 2021, en su Mensaje para la celebración de la 54 Jornada, titulado “La cultura del cuidado como camino de paz”, el papa Francisco propone, en nueve incisos, la necesidad de cuidar diversas acciones humanas. Presento, en seguida, una breve selección de textos:
Con ocasión de la proclamación del Año de San José, el papa Francisco concedió la Indulgencia plenaria. En consecuencia, la Penitenciaría Apostólica emitió el Decreto, firmado por el cardenal Mauro Piacenza, Penitenciario Mayor, con fecha 8 de diciembre de 2020, en el que establece que “Se concede el don de indulgencias especiales con ocasión del Año de San José, convocado por el Papa Francisco para celebrar el 150 aniversario de la proclamación de San José como patrono de la Iglesia universal” y determina: “Para perpetuar la dedicación de toda la Iglesia al poderoso patrocinio del Custodio de Jesús, el Papa Francisco ha establecido que, desde hoy, el aniversario del decreto de proclamación así como el día consagrado a la Virgen Inmaculada y esposa del casto José, hasta el 8 de diciembre de 2021, se celebre un Año especial de San José, en el que cada fiel, siguiendo su ejemplo, pueda fortalecer diariamente su vida de fe en el pleno cumplimiento de la voluntad de Dios”.