El sábado 10 de octubre fue beatificado Carlo Acutis, un jovencito que apenas alcanzó la edad de 15 años cuando la leucemia puso fin a su vida en nuestro mundo. Con su formal proclamación como Beato, la Iglesia reconoce que ahora vive la vida que no tiene fin, la vida eterna con Dios, en la Gloria celestial. La santa Misa para su beatificación, presidida por el cardenal Agostino Vallini, Vicario de la diócesis de Roma, se celebró en la medieval ciudad de Asís, en la basílica de san Francisco.

Me encontraba hace unos 25 años visitando al Padre Juan Vega, fraile Carmelita Descalzo, en el convento de San Ángel, cuando en su celda vi, en un portarretrato, la fotografía de una chica muy bonita. Pensé que se trataba de algún familiar y le pregunté acerca de ella. Él me dijo: -¿Cómo…? ¿No la conoces…? es Santa Teresita, santa Teresa del Niño Jesús; dile a ella que no la conoces, pídele que la quieres conocer, y ya verás… Y así lo hice: -Santa Teresita, no te conozco, te quiero conocer.

Sin fundamentos respetables y con mucha injusticia, al Medioevo se le ha considerado como una época bárbara, violenta y culturalmente oscura, ubicada entre la civilización romana y el Renacimiento. Pero no es así, pues al contrario de tan infundadas afirmaciones, se trata de un periodo histórico en el que tuvieron lugar los grandes avances y cambios culturales, desde el florecimiento de la cultura islámica hasta el nacimiento de la cultura carolingia.

Pesa sobre México la culpa de la denostación de su Libertador, Agustín de Iturbide, calumniado para ensuciar su amor por la patria a la que le obsequió su independencia. Además de sufrir la calumnia, el auténtico Padre de la Patria, fue víctima de traición y muerte por los propios mexicanos que le quitaron la vida.

El Ritual del sacramento de la Reconciliación propone, como guía para un examen de conciencia, responder con honestidad varias preguntas, clasificadas en tres bloques, a partir de la enseñanza de Jesús en el amor a Dios y al prójimo, a fin de reconocer aquellas acciones u omisiones que nos han apartado de Dios:

El Ritual de la Penitencia propone dos guías para un examen de conciencia. Una, a partir de los Diez Mandamientos; la otra, desde la enseñanza de Jesús en el amor a Dios y al prójimo.
Respondiendo algunas preguntas, a partir del Decálogo, fácilmente se puede tomar conciencia de aquellas acciones u omisiones que nos han apartado de Dios:

A sí como el perdón es la única solución para poner fin al rencor, así la reconciliación es el signo visible de que el perdón ha sido efectivo y el rencor ha quedado subsanado.
Al cabo de años de padecer rencores, es posible llegar a reconocer la necesidad de perdonar, pero así como en diversas ocasiones quien lo padece acaba por reconocer que sí quiere perdonar pero no puede lograrlo; así también se puede lograr perdonar la ofensa aunque se evita cualquier forma de reconciliación con el ofensor.

La veneración a la Virgen María en Inglaterra, como su santa Patrona, se relaciona con la casa de María en Nazaret, con una revelación a una vidente, una experiencia mística de ubicuidad, dos hermosas imágenes sedentes y un santuario edificado por ángeles emplazado en el poblado de Walsingham, condado de Norfolk.

El rencor, que es un sentimiento de hostilidad y de gran resentimiento hacia una persona o grupo a consecuencia de una ofensa o un daño recibido, no es cosa menor porque se trata de un sentimiento negativo que impacta gravemente, pues no se puede estar bien con un fuerte sentimiento de aversión enraizado en la mente y en el corazón.

La apreciación de la vida y de la dignidad humana está siendo desvalorada de manera alarmante luego de que tras la Segunda Guerra Mundial fuese necesario elevarla a un nivel muy alto, entre los valores humanos, mediante la Declaración Universal de los Derechos Humanos, emitida por la ONU el 10 de diciembre de 1948.

La Virgen María se apareció en Cambridge, Inglaterra, el domingo 16 de julio de 1251 a san Simón Stock, Superior General de los Carmelitas, pues su Orden padecía dificultades tras haber tenido que abandonar Tierra Santa al término de las Cruzadas. El Superior imploraba diariamente la maternal protección con estas palabras: “Flor del Carmelo, Viña florida, Esplendor del Cielo, Virgen fecunda y singular, ¡Oh! Madre tierna, intacta de hombre, a los Carmelitas proteja tu nombre, Estrella del mar”.