Tanto Rusia como Ucrania sufren la guerra en tanto que el resto del mundo calcula con temor que si más naciones se suman, este conflicto dejaría de ser local para convertirse en guerra mundial, la tercera de nuestra historia.
En la iglesia de san Jacinto, en San Ángel, ciudad de México, a mediados del siglo XX Caballeros de la Orden de Malta, residentes en la zona, decoraron la capilla lateral con motivos referentes a su Orden: el altar de cantera con cruces de Malta labradas, cruces melitenses en las pechinas de la cúpula y en las lámparas laterales, y al centro del retablo una copia fiel del icono de la Virgen de Filermo, santa Patrona de la Orden.
Vestigios arqueológicos en el monte Bülbüdag, a siete kilómetros de la ciudad de Éfeso, confirman la antigua tradición que sostiene que la Virgen María residió allí hacia la tarde de su vida y que ahí estuvo el sepulcro que para ella fue preparado, tradición que a su vez es sustentada por las visiones de la beata Ana Catalina Emmerick; aunque otra antigua tradición sostiene que su sepulcro se encuentra en Jerusalén, como lo confirman el obispo Juvenal, que en el año 451 dio testimonio sobre la presencia del sepulcro en la Ciudad Santa; un protonotario de Éfeso, de nombre Perdicas, que en el siglo XIII describe haber visito “la gloriosa tumba de la Virgen en Getsemaní”; y la edificación, en el siglo IV, de la basílica de la Asunción.
En el siglo VIII, durante el lamentable movimiento iconoclasta que se opuso a la elaboración de imágenes sagradas, y que tantas de ellas destruyó, un hombre llamado Juan, originario de Damasco, y por ello conocido como Juan Damasceno, empeñosamente defendió la veneración de los iconos sacros y de las imágenes religiosas.
Al Sermón de la montaña se le ha considerado como uno de los discursos más revolucionarios de la historia; revolucionario, no porque haya provocado un levantamiento social, sino porque estableció una innovación permanente en la forma de apreciar la conducta humana, en la manera de vivir la vida.
El primer milagro obrado por Jesús, referido en el evangelio de san Juan, consistió en transformar el agua en vino, un milagro que resultó a pedido de su madre, la Virgen María, como si ella le indicase así a su hijo el momento de su manifestación pública como el Mesías esperado por siglos. Se trata de una de las tres epifanías, o amplias manifestaciones del Señor, además de la Adoración de los magos y el Bautismo de Jesús.
La Navidad no termina el 26 de diciembre, es un tiempo litúrgico que se extiende por dos semanas hasta la festividad del Bautismo del Señor, que cada año se celebra luego de la Epifanía.
La Sagrada Escritura refiere que “por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán” (Mc 1,9). Es una narración inquietante porque sabemos que Jesús es libre de pecado, de culpa, y que no requiere de la conversión a la que el bautismo de Juan convoca, pero el texto nos ubica en una de las escenas más conmovedoras en la vida de Jesús al ver que se forma en la fila de los que serán bautizados para estar junto a los pecadores, con ellos y con nosotros, para caminar a nuestro lado, para alegrarse o para sufrir con nosotros; y lo hace no a pesar de nuestros pecados, sino con nuestros pecados, pues él no pierde la esperanza de nuestra conversión porque anhela la salvación de todos, de cada uno.
En su Mensaje Mundial por la Paz para el año 2022, el papa Francisco propone tres caminos para construir una paz duradera: el diálogo entre las generaciones, como base para la realización de proyectos compartidos; la educación, como factor de libertad, responsabilidad y desarrollo; y el trabajo para una plena realización de la dignidad humana.
María, descendiente del rey David, por ser de estirpe real había sido educada en el templo de Jerusalén, un privilegio reservado a pocas chicas. Sus padres, san Joaquín y santa Ana, que tenían su propia casa en Séforis, capital de Galilea, donde ella nació, le dejaron en herencia otra casa que ellos poseían en Nazaret, una morada edificada a partir de una gruta con buenos materiales.
Para la celebración del cuarto Domingo de Adviento de este año 2021, la lectura del Evangelio relata la visitación de la Virgen María a santa Isabel, madre de san Juan Bautista, una festividad que, con el título de La Visitación de la Virgen María, el calendario litúrgico indica que sea el día 31 de mayo de cada año la fecha para su celebración; pero esta acción emprendida por la Virgen María también es vista como un relato que es propicio para el Adviento.