En una ocasión me tocó un profesor bastante injusto. Decidió reprobarnos en su materia. Yo muy preocupada por esto -y viendo que no había calificado a todos con los mismos criterios- le conté de ello a una religiosa muy devota de San José. Me pidió le hablara y pidiera este favor. Tomé la figurita, la sencilla figurita de mi nacimiento -pues era en tiempos de Navidad- y le hablé de lo ocurrido. Le pedí, lo más sincero que pude, me ayudara en este problema.
Presenté examen extraordinario para esa materia, y la nota que asentó fue, aunque no perfecta, muy satisfactoria. No sólo eso, aquel profesor tuvo un cambio de actitud muy extraño -muy positivo- para conmigo. Me quedó claro que San José nos había escuchado y había intercedido.
