Jueves, 18 Abril 2024

San José

San José, el padre de Jesús

 

José, ante todo mundo, como ante Dios, fue siempre el Padre de Jesús, al cual muchas veces se le llamaba ”El Hijo del carpintero”. (Mt. 13 ,55).

Ciertamente no fue padre según la carne ni la sangre sino por especial vocación de parte de Dios. Padre no es sólo quien engendra sino de una manera especial quien enseña a vivir. Por esta razón podemos llamar justamente a José ”Padre de Jesús”. Fue verdadero Padre de Jesús en la plenitud de significado de esta palabra.

José fue Padre por decreto divino. Su paternidad emanó directamente del Padre de las luces. Fue llamado y equipado por Dios mismo para la misión más delicada y hermosa que hombre alguno pudiera soñar: ser un destello de la paternidad divina y un reflejo del mismo Dios.

Hijo de David

Diez siglos antes Dios había hecho una formal promesa a su siervo David por boca de su profeta Natán: Un descendiente suyo reinaría eternamente en el trono de Israel. (2 Sam. 7, 12-16).

Desde entonces nació en el pueblo una esperanza que jamás se apagaría y que, por el contrario, se acrecentaría en los momentos de peligro y de amenaza. Del tronco de Jesé brotaría un retoño, el cual estaría lleno del Espíritu de Dios. Sería el Mesías que representaría los derechos divinos en este mundo, restableciendo la antigua gloria de Israel.

Pasaron más de mil años para que esta palabra pudiera cumplirse. Fue hasta que un pequeño pueblo de la Galilea de los gentiles, allende del mar, comenzó a brillar una luz en las tinieblas: un descendiente de la casa de David, de nombre José, se desposó con María. Así de sencillo y hermoso era el principio del cumplimiento de tan gran expectativa de Israel.

En la genealogía de Jesús ofrecidas por Mateo y Lucas (Mt. 1, 1-7; Lc. 3, 23-38) se acredita a Jesús su filiación davídica no por la parte materna sino por la rama de José. La herencia regia le pertenecía gracias a su padre.

Por eso, sin duda que el título más noble y glorioso de José es ”Hijo de David” ya que de esta manera se le encuadra en el contexto de las profecías mesiánicas, introduciéndolo directamente en el capitulo más importante de la historia de la salvación.

José fue el canal por el cual también a Jesús se le otorgaría el titulo mesiánico de ”Hijo de David” , significando con ello que él era el descendiente soberano que habría de sentarse en el tronco de David, su Padre.

El humilde carpintero de Nazareth está situado en medio de dos pilares regios: David y Jesús. Es el eslabón que une a estos dos grandes personajes de la historia. Su papel es como su misma sangre regia: camina escondidamente pero gracias a ella se comunica la vida y la promesa mesiánica.

José de Nazareth es inseparable de su esposa y de su hijo. No es legítimo divorciar a la pareja más unida ni dividir la familia más integrada. José fue verdadero padre de Jesús como auténtico esposo de María.

Su papel ha sido esencial en el plan de Dios. Su figura no es ciertamente la imagen desfigurada que siempre se nos ha presentado.

No fue patriarca por anciano sino por fecundo.

No fue casto por privarse de la sexualidad sino porque amó sin egoísmos.

No fue humilde por vivir aplastado y hecho un lado en la familia sino porque cumplió fielmente el plan de Dios.

La historia de la salvación se engarza con eslabones que continúan la acción salvífica de Dios en el mundo. Junto a él siempre se encuentra María. José es el eslabón que une la esperanza de Israel con el Mesías y a éste con el glorioso porvenir del Reino.

Su persona se refleja tanto en María como en Jesús. Ha dejado una imborrable huella en la historia. Sin él este mundo sería de alguna forma distinto.

Nota: Colaboración enviada por José Hernández