Martes, 23 Abril 2024

Editoriales

Nuestra Señora de Kazán

Nuestra Señora de Kazán

El 25 de agosto de 2004, en la basílica de San Pedro del Vaticano se colocó el icono de la Virgen de Kazán para que pudiera contemplarse y ser venerado por los fieles antes de que fuese llevado a Rusia por una delegación presidida por el cardenal Walter Kasper, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos bajo el pontificado de San Juan Pablo II, en un generoso acto de la Iglesia Católica al devolverlo a la iglesia ortodoxa rusa, su propietaria original. Antes, el sagrado icono había permanecido junto al Papa durante casi once años en el apartamento apostólico desde 1993 cuando le fue entregado por Blue Army of Our Lady o Ejército Azul de Nuestra Señora de Fátima, el movimiento eclesial estadounidense que lo rescató en 1970 al adquirirlo en una subasta pública.

El icono de Nuestra Señora de Kazán llegó hasta la ciudad del Vaticano porque fue sustraído de la catedral de Kazán en San Petersburgo, Rusia, iglesia que fue edificada en solamente diez años, entre 1801 y 1811, precisamente para acoger el sagrado icono de la Virgen Madre de Dios por iniciativa del Zar Pablo I. La Revolución Rusa de 1917, en su intento por acabar con el cristianismo, hizo que se cerrara la catedral y en 1932 la convirtió en el Museo de la Historia de la religión y el ateísmo hasta que en 1992 se consagró nuevamente como catedral ortodoxa y en 1996 volvió a la jurisdicción de la iglesia ortodoxa rusa. Fue en este contexto en el que, ocho años más tarde, Juan Pablo II devolvió el icono de la Virgen de Kazán a la iglesia de Rusia.

Durante el tiempo en el que estuvo cerrada la catedral, en 1918 el icono fue sustraído y no se supo de él hasta que tras la primera guerra mundial se localizó en Polonia, en una subasta en la que lo adquirió un inglés acaudalado tras cuya muerte nuevamente fue subastado públicamente y adquirido en 1970 por Blue Army of Our Lady para llevarlo al santuario de Nuestra Señora de Fátima, en Portugal, con la idea de devolverlo a Rusia tras su conversión anunciada y querida por la Virgen María desde sus apariciones de 1917. Allí se edificó una capilla detrás de santuario de Fátima para recibir el icono, de donde fue trasladado al Vaticano en 1993.

Aunque se desconoce el origen preciso del sagrado icono, conocido en Rusia como Kazanskaya, se sabe de él desde el 8 de julio de 1579 cuando fue milagrosamente hallado por una niña de 9 años de edad, de nombre Matrona, quien recibió de la Virgen la revelación en sueños de su ubicación entre las cenizas de un incendio donde Matrona lo encontró envuelto en un lienzo y lo llevó a un monasterio al que ella ingresó más tarde como monja. Del monasterio, el sagrado icono fue trasladado a la iglesia de San Nicolás y posteriormente a la catedral de la Anunciación donde devolvía la vista a los ciegos que acudían a pedirle tal milagro. Otros milagros atribuidos a la intercesión de la Virgen son las victorias del pueblo ruso sobre las invasiones de Polonia en 1612, de Suecia en 1709 y la napoleónica de 1812.

El sagrado icono de Kazanskaya presenta a la Virgen María de los hombros hasta su cabeza cubierta por un omophorion oscuro con las tradicionales tres estrellas en memoria de su virginidad perpetua, de las que sólo son visibles dos de ellas porque la tercera la oculta el Niño Jesús, de unos siete años de edad, que aparece desde un poco debajo de su cintura, ataviado con túnica y lienzo, con rostro de adulto para mostrar su sabiduría, y con su mano derecha mostrando tres dedos erguidos expresando el misterio trinitario de Dios y sus dedos anular y meñique flexionados en mención de sus dos naturalezas: divina y humana. Tanto la Virgen María como su divino hijo dirigen sus miradas hacia el espectador del icono.

Tras haber recibido el icono de Nuestra Señora de Kazán, por parte del papa Juan Pablo II, el Patriarca ruso Alexis II le dirigió una carta fechada el 31 de agosto de 2004 en la que expresa: “Deseo darle las gracias, Santidad, desde lo más profundo de mi corazón, por este don y expresarle la esperanza de que la santísima Theotokos, que ‘cura con generosidad y solicitud las enfermedades y las divisiones’ (Akathistos al icono de la Madre de Dios de Kazán) derrame su gracia y su misericordia sobre los fieles de nuestras dos Iglesias. Con amor en el Señor, Alexis II”.