A la iglesia de san Francisco, de la ciudad de Puebla de los Ángeles, acude tal cantidad de personas que llevan a bendecir sus automóviles que ha sido necesario fijar una lona con un letrero que especifica los horarios: “Bendiciones de vehículos, lunes a domingo, 11:00 am a 2:00 pm y 5:00 pm a 6:00 pm. Favor de estacionar su auto sobre 14 Oriente frente a la capilla de la Virgen de la Macarena y avisar en la oficina”. No hay día que no acudan familias con su automóvil recién adquirido, también taxistas, camioneros, transportistas y hasta traileros.
Lo que sucede es que en esa iglesia, ubicada sobre el Boulevard 5 de mayo esquina con la calle 14 Oriente, cuyo nombre original es el de iglesia del gran convento de Las Llagas de Nuestro Seráfico Padre San Francisco en Puebla de los Ángeles, en la capilla lateral se venera al beato Sebastián de Aparicio, Patrono de choferes, camineros y transportistas, cuyo cuerpo incorrupto se conserva dentro de un gran relicario de plata, cristal y madera. Los más de 400 años que han transcurrido luego de su muerte no han provocado que su cuerpo haya caído en la natural corrupción que deteriora todo cadáver, pues se conserva tal como el día en que murió, sólo con una cobertura de cera colocada sobre su rostro. Además, son muchísimos los peregrinos que viajan a Puebla para pedirle o agradecerle favores y milagros obtenidos por su intercesión, tantos, que a ambos lados del relicario se han colocado dos grandes libros, uno para pedirle favores y milagros y el otro para agradecerlos, cosa que sucede todos los días del año.
Sebastián de Aparicio Prado nació el 20 de enero de 1502 en La Gudiña, España. Hijo de Juan Aparicio y de Teresa Prado, fue el tercero y único hijo varón. Sobreviviente de la epidemia de peste negra, luego de viajar por España desempeñando varios trabajos como labrador, y después de entregar la dote a sus dos hermanas, para sus matrimonios, se embarcó rumbo a Veracruz en 1553, sin estudios y sin saber leer ni escribir. Al llegar, se instaló en Puebla de los Ángeles, la ciudad recién fundada por Fray Toribio de Benavente apenas dos años antes, donde se dedicó a capturar y a domar el ganado salvaje como ranchero, tarea que lo hizo ser considerado el primer charro de América. También manufacturó las primeras carretas a fin de aliviar a los indígenas que transportaban todo en sus espaldas; mejoró los caminos y estableció el primer servicio de carruajes.
En 1542 cambió su residencia a la ciudad de México, donde se convirtió en un gran empresario al abrir el camino entre la capital virreinal y el Real de Minas de Zacatecas. Diez años después se hizo hacendado de varias tierras que adquirió en Azcapotzalco, Tlalnepantla y Chapultepec, y fundó la hacienda de san Nicolás.
En 1562 se casó con la hija de un amigo, pero su esposa murió un año después. Dos años más tarde volvió a contraer matrimonio, pero su segunda esposa falleció a los ocho meses. No nacieron hijos de ambos matrimonios.
Luego de varios meses decidió ingresar a la orden de los Frailes Menores y se dio como Donado en el convento de Clarisas para atender como sirviente las necesidades del convento. En 1573 donó todas sus propiedades, en 1574 tomó el hábito franciscano como novicio y sirvió en el convento de Tlaltelolco. El 13 de junio de 1575 profesó sus votos y fue destinado al convento de Santiago de Tecali, cerca de Puebla, de donde luego de servir durante un año como cocinero, sacristán, hortelano y portero, fue trasladado al gran convento franciscano de Puebla de los Ángeles como Limosnero.
A sus 74 años de edad, Sebastián recorría en carreta las calles de la ciudad y los caminos vecinales para recopilar las limosnas necesarias para el sostenimiento del convento franciscano conformado por una comunidad de un centenar de religiosos, estudiantes de filosofía y teología y frailes enfermos que allí se recuperaban de sus dolencias.
Tras una larga agonía provocada por una hernia agravada murió el 25 de febrero del año 1600 a la edad de 98 años. El 17 de mayo de 1789 fue beatificado por Pío VI. Su proceso de canonización está abierto y aunque se cuenta con 968 milagros documentados en la Causa, no se le ha canonizado aún; sin embargo, el Pueblo de Dios sabe que se trata de un santo, y por ello, de graciosa manera se le suele llamar “Beato San Sebastián de Aparicio” debido a su extendida fama de santidad.