Jueves, 18 Abril 2024
Pañales del Niño Jesús

Pañales del Niño Jesús

Encontrarán un niño envuelto en pañales” (Lc 2,12). En la gruta de Belén, una vez que el Salvador nació en el tierno Niño bajo la mirada de las estrellas que iluminaron la noche de Navidad, luego de que san José contempló extasiado, adorando, al divino Niño, orgulloso dirigió su mirada hacia su delicada esposa, y cumpliendo con su tarea de ser el Custodio del Redentor, convirtió aquella noche en una esplendorosa aurora al pronunciar estas palabras: –María, toma mi manto y envuelve a tu pequeño Bebé.

Las representaciones pictóricas de la Natividad, desde los tiempos de los iconos bizantinos y hasta el siglo XIV, suelen presentar al Niño Jesús envuelto totalmente entre pañales o lienzos en atención a las añejas costumbres de envolver a los recién nacidos a manera de capullos a fin de replicar la sensación de estar todavía en el vientre de su madre, para impedir el movimiento de brazos y piernas y para evitar la asfixia al voltearse sobre el lecho. A partir del siglo XV, el arte iconográfico comenzó a mostrar el cuerpecito desnudo del Niño Jesús cubierto apenas por un pañal, tal y como lo presenta una pintura, precisamente del siglo XV, que decora una iglesia de la ciudad de Lézignan-Corbières, en la región francesa de Languedoc, con la escena de san José despojándose de su manto para cubrir al Niño de la Navidad.

San Efrén, diácono y Padre de la Iglesia del siglo IV, trata de expresar los sentimientos de la Virgen María al estrechar en sus brazos al Niño recién nacido: “El día en que Gabriel bajó del cielo hasta mi pequeñez, me convertí de esclava en princesa. Tú, Hijo del Rey, hiciste de mí, en un instante, la hija del Rey eterno. Humilde esclava de tu divinidad, me convertí en la madre de tu humanidad, ¡Señor mío e hijo mío! De toda la descendencia de David viniste a elegir a esta pobre doncella y la has llevado hasta las alturas del cielo donde reinas. ¡Oh! ¿Qué es lo que veo? ¡Un niño, más antiguo que el mundo, cuya mirada está buscando el cielo! Sus labios no se abren, pero en su silencio ¡está conversando con Dios! Esa mirada tan firme, ¿no está indicando acaso a Aquél cuya providencia gobierna el mundo?, ¿y cómo me atrevo a brindar mi leche al que es la fuente de todos los seres?, ¿cómo me atreveré a alimentar a Quien alimenta al mundo entero?, ¿cómo podré envolver en pañales a Quien está vestido de luz?”.

En Roma, en la basílica de Santa María la Mayor, se conserva la reliquia conocida como Panniculum, consistente en un lienzo de unos 15 centímetros, que es parte de la tela con la que la Virgen María envolvió a su divino Niño. Se conserva dentro de un exquisito relicario donado por el papa Pío IX, que en la Navidad de 2007 fue recuperado de una sala de la basílica, no abierta al público, y colocado, para su veneración, junto a la sagrada Cuna del Niño Jesús. También en Roma, en la iglesia de San Marcello al Corso, en la Vía del Corso, se conservan otros fragmentos de la tela que cubrió a Jesús recién nacido.

No solamente en Roma, también en otros tres lugares de nuestro mundo se conservan reliquias de los pañales y ropa de cuna del Niño Jesús: en Dubrovnik, Croacia; en Aquisgrán, Alemania; y en Lérida, España.

En el Tesoro del Relicario de la catedral de Dubrovnik, la Ropa de cuna del Niño Jesús se conserva dentro de un relicario de plata decorado con ángeles y con hermosos elementos arabescos.

En el Marienshrein, Santuario de oro de Santa María y catedral de Aquisgrán, desde 1238 se veneran los Windel Jesu, o Pañales del Niño Jesús, que a partir del siglo XIV se exhiben solamente cada siete años.

En la catedral de Lérida, Cataluña, desde 1297 se veneraba el Sant Drap o Santo Pañal, que estuvo en posesión del sultán de Babilonia, quien lo donó a la hija del rey de Túnez, pero durante la Guerra Civil española, a fin de protegerlo, el comisario de la Generalitat lo envió al Banco de España, de donde lamentablemente fue sustraído para llevarlo a Francia, sin conocerse hasta ahora su ubicación.

De acuerdo con una antigua tradición que sostiene que Jesús nació sin poseer ropa propia, nuestro espíritu nos permite contemplar a la Virgen santa María recostada junto a su Hijo desnudito, cubierto apenas por sus brazos, mientras observa a su esposo san José que desgarra su manto para convertirlo en el primer pañal y primer abrigo de Jesús Niño.