El angelito de Guadalupe

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La Basílica de Santa María, en el barrio Trastevere de la ciudad de Roma, custodia una exquisita imagen mariana a la que los romanos le llaman “La Virgen de la Clemencia”. Se trata de un icono bizantino del siglo VI, pintado sobre madera, que presenta a la Virgen sentada en un trono con el Hijo de Dios sobre sus rodillas. En esta que es una de las imágenes más preciosas de María, su rostro y su aspecto son los de una soberana bizantina.

La Virgen María aparece hierática, estática, en una postura fina, y coronada y recubierta de piedras preciosas y de perlas. A primera vista parecería que está de pie, aunque en realidad está sentada, con las rodillas cerca del cuerpo sosteniendo al Niño, que se mantiene en la misma línea vertical de la Madre, que de esta manera se convierte en un trono para su divino Hijo.

 

La Basílica de Santa María in Trastevere es la primera iglesia de Roma dedicada a la Virgen María y es muy antigua, pues data del siglo III cuando la fundó el papa Calixto I, aunque su apecto actual procede del siglo XII cuando fue reedificada por el papa Inocencio II. En su interior, en el ábside, un gran mosaico presenta la coronación de la Virgen en el cielo, y por debajo del ábside, seis mosaicos -elaborados por Pietro Cavallini en 1291- ilustran episodios de la vida de la Virgen María: su Natividad, la Anunciación, el Nacimiento de su Hijo Jesús, la Adoración de los Magos, la Presentación en el Templo y su Dormición.

Uno de esos pasajes, el de la Anunciación, presenta al arcángel Gabriel, al momento del saludo a la “Llena de Gracia”, con alas tricolores extendidas. En efecto, las alas de san Gabriel son de color verde, blanco y rojo. Colores que, para un observador mexicano, son referencia inmediata del color de las alas del ángel que se encuentra debajo de la imagen de la Virgen de México, santa María de Guadalupe.

El acontecimiento de la Anunciación es narrado así por el evangelista Lucas: “Al sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: -Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” (Lc 1, 26-28). El nombre del arcángel -en hebreo Gavriʼel- significa fuerza de Dios, poder de Dios o fortaleza de Dios, y se deriva de Gabar (fuerza) y El (Dios).


En muchas y variadas apariciones marianas, la Virgen es acompañada por ángeles, y concretamente por el arcángel Gabriel en las apariciones de Nuestra Señora del Buen Suceso, en Quito, Ecuador, de 1594 a 1634; en Garabandal, España, el 2 de julio de 1961; y en L’Ile-Bouchard, Francia, en 1947; aparición ésta última, en la que el ángel que la acompaña se presenta él mismo a las niñas videntes en respuesta a su pregunta acerca de quién es él, informándoles que es el arcángel Gabriel.


En varias y diversas representaciones iconográficas de la Anunciación, las alas del arcángel Gabriel son tricolores en tonos azul-verdoso, blanco y rojo; y en algunas porta una custodia a manera de prefiguración eucarística, pues es la Virgen María el primer sagrario, la primera persona que recibe a Cristo para habitar en ella.


Los colores de las alas de san Gabriel en el mosaico de la Anunciación de Santa María in Trastevere, que coinciden irrefutablemente con los colores del ángel guadalupano, representarían, en el color verde, el episodio del evangelio apócrifo “La Natividad de María” que narra la elección de un esposo para la Virgen, que habría de cuidar su virtud, con sustento en una profecía de Isaías en la que los hombres solteros de la casa de David dejarían una vara verde al altar para que una floreciera como señal divina de aprobación del hombre que se desposaría con la Virgen. Fue la vara de san José la que floreció para señalar al varón justo designado por Dios para cuidar de María y de su divino Hijo; en el color blanco, a la Inmaculada Concepción de María; y en el color rojo, la nueva Alianza sellada con la sangre de Cristo, el mismo a quien la Virgen santa María de Guadalupe trae a México en su seno virginal.

Es del todo probable que el angelito de la Virgen de Guadalupe sea la Fuerza de Dios -el arcángel san Gabriel- que la acompaña y presenta como primer sagrario en esta renovación de la Anunciación, Visitación y Natividad de Cristo en México.